Ni pa ti ni pa mí del todo: lo que se entiende que ha de ser la “custodia compartida”. Y sí, llevamos reclamándola un tiempo. Con énfasis, incluso. La red de autovías de Málaga da fe de nuestra desesperación. Porque Cásper no comparte ja lo centrifuguen. Al principio, eran cho-, chu-, pij-, ehm, ¿bagatelas? Sombras lumínicas en zonas umbrías, visos inusuales, poco más. Pero la cosa se fue agravando progresivamente.
La decoración de las habitaciones, por ejemplo, ¿porque presumo que os habréis fijado? Es como un dolor de muelas con ganas de ir a meter el dedo en la llaga. ¡Como si el mundo no las hubiera pasado canutas asaz!
Nosotros teníamos otro concepto en mente, mucho más zen, ¡dónde va a ir a parar! Y no es que no hayamos intentado implantarlo. Llegamos a tener de budas como para fundar un museo de michelines empoderados. Pero es la luz que habita en su interior, que parece haberse atragantado con los colores que en principio había de reflejar fielmente y muestra una cara de las paredes que nos es completamente ajena.
Es por eso que os pedimos clemencia, el beneficio de la duda, aunque no llegue a materializarse en una presunción de inocencia.